La leishmaniosis es una enfermedad muy grave y no tiene un tratamiento curativo. La prevención y la detección precoz son las mejores medidas que podemos tomar.
Se trata de una enfermedad parasitaria producida por un protozoo (Leishmania infantum), que se transmite por la picadura de un mosquito (Flebotomus perniciosus). Los órganos afectados, aunque depende de la sensibilidad del animal, son principalmente el hígado, el riñón y la piel. También puede contagiarse el hombre pero solamente a través de la picadura del mosquito, y nunca por el contacto con el perro.
El tratamiento puede suprimir los síntomas, pero no es definitivo y tampoco impide una recaída posterior, por eso lo mejor es su prevención. Todavía no disponemos de una vacuna para la leishmaniosis y lo más utilizado son repelentes del mosquito sobre todo en forma de collar. También existen dietas especiales que ayudan a manejar nutricionalmente esta enfermedad.
También es recomendable hacer, al menos, un análisis de sangre al año para su detección precoz. Un perro puede ser portador y no manifestar síntomas, o presentar solamente signos muy inespecíficos (apatía, falta de apetito) que no hacen sospechar de esta enfermedad.
Lo ideal es prevenir, evitando situaciones de riesgo de picaduras de mosquito y utilizando un alimento de calidad que estimule las defensas inmunológicas para que el perro, en caso de estar en contacto con el parásito, pueda reaccionar rápidamente.
Una vez se ha contraído la enfermedad, para su control habrá que detectarla y comenzar el tratamiento lo antes posible.
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